Nací en una isla. Y me siento isla. Será por eso que desde siempre soñé con vivir lo más pegadito a la mar. 

Una mar que de pequeña y por dos veces intentó llevarme con ella, y que el resto de las veces me ha mecido con cariño entre sus aguas.

A veces los sueños se cumplen, y esta vez ese sueño me llevó a estar tan cerca, que es imposible no quererla aún más, aunque ese miedo que está ahí desde niña a veces asoma y lo convierte en una relación ambigua y bonita. Tanto como lo son esos días grises en los que esa mar, de repente se muestra muy calma y transparente. 

Y observando la mar al lado de personas que saben muchísimo de ella he ido aprendiendo lo importante que es establecer una relación de cariño y cuidados, para conservarla y conservar a todos los seres que la habitan. Y de esa manera también me cuido yo, porque también soy isla. Y vivo rodeada de mar.