Vivimos en una sociedad de consumo y eso es innegable, nuestra actividad diaria está marcada por el consumo de alimentos, de agua, electricidad, ropa, gasolina y un largo etcétera que nos permiten satisfacer nuestras necesidades y más.

El problema es que vivimos en un planeta con recursos limitados y éstos recursos se están agotando. A su vez se han generado cambios medioambientales que ponen en peligro los ecosistemas y la vida en el planeta tal y como la conocemos hasta ahora.

Además, la basura que generamos se está convirtiendo en un problema que ya no podemos ignorar, los océanos se han visto gravemente afectados por la contaminación por plástico, miles de organismos marinos mueren cada año por asfixia o ingestión, y los microplásticos están presentes hasta en los alimentos que consumimos. Y la única solución real es reducir drásticamente la producción actual de plástico.

Entonces, llegados a este punto, la pregunta es ¿qué podemos hacer? No hay una solución mágica y, no nos engañemos, todas las respuestas implican un cambio en nuestros hábitos, es decir, la respuesta no es seguir de brazos cruzados y mirar para otro lado, porque como rezan las pancartas que se vieron en la huelga mundial por el clima “No hay planeta B”.

Necesitamos reducir el consumo innecesario, el planeta no puede soportar el consumo desmedido al que lo estamos sometiendo así que debemos pensar bien antes de comprar algo si realmente lo necesitamos, si podemos reparar, reutilizar, comprar de segunda mano, pedir prestado y en el caso de que no, tomar una decisión consciente antes de elegir un producto. Damos nuestro dinero, lo que implica tiempo de nuestras vidas, a cambio de objetos así que tenemos derecho a ser exigentes.

Un concepto que puede ayudarnos a no caer en el desánimo y pensar que tenemos que volver a la edad de piedra es el de consumo consciente. El consumo consciente implica tomar decisiones en cada una de nuestras compras. Como consumidores tenemos el poder de cambiar los productos que nos ofrece el mercado según nuestras elecciones. Elegir lo que tenga un menor impacto en los ecosistemas y una menor huella de carbono, buscar que en su producción no se vulneren los derechos humanos y no se explote a las personas, y pensar si comprando en ese comercio beneficio a una gran empresa o a muchas personas en mi comunidad es una forma de luchar por una sociedad más justa.

Aquí puedes ver un mapa con las tiendas que conocemos en Canarias para hacer compras conscientes, las alternativas al plástico y algunos enlaces de interés en los que puedes ahondar más sobre este tema: